Soy Alejandra de Maortua. A lo largo de mi vida me han cambiado el apellido en innumerables ocasiones. Que si “Maroto”, “Mahorta” o “Maoriva” entre otros. Este último es como aparezco desde hace años en el buzón de mi casa.
No fue hasta que hace algo de tiempo en el Mar Rojo, unos egipcios me rebautizaron como “Alessendra Demarotuer”. Me pareció una genialidad absoluta y enseguida adopté este nuevo apodo que, además, me traída tan buenos recuerdos. Desde ese momento supe que, creara lo que creara, llevaría la marca Demarotuer.
He aprendido a trabajar la cerámica de manera autodidacta como suelo aprender cualquier cosa; leyendo, viendo y con el inevitable principio del “ensayo-error”. Bastante a menudo me oirás decir “eso lo hago yo”, así que necesité una vajilla nueva y me puse con ello.
Comencé en la mesa de salón con un bloque de arcilla, una esponja y 2 utensilios. Aquí ya sabía que quería dedicarme a ello, por lo que al poco tiempo me hice con mi propio horno y convertí una habitación de mi casa en un estudio.
Cada pieza que fabrico pasa por diferentes procesos manuales que le confieren su carácter único. Me dejo llevar por la subjetiva belleza de lo irregular, de lo inesperado, equiparable a cuando abres un trozo de madera en dos y aparecen sus nudos.
No hay mucho más que contar que no se pueda decir a través de las piezas. Espero que os guste lo que hago y si queréis saber algo más que no os susurre una taza, escribidme! me encatará saber de vosotros.